María Orellana maneja un negocio de alto tonelaje

Lleva más de 20 año en el rubro del transporte de carga

Junto con administrar la empresa que cuenta con ocho camiones, tiene un activo rol gremial como vicepresidenta de una asociación de empresarios camioneros de San Antonio.  

Martín Urruticoechea A. 

"Antes de entrar al rubro del transporte de carga yo trabajé como secretaria administrativa de una clínica", recuerda María Orellana, camionera con más de 20 años de experiencia en este mundo de alta presencia masculina. Ahora, con ocho camiones a su haber, es vicepresidenta de una asociación gremial de camioneros en San Antonio, región de Valparaíso.
Desde muy pequeña Orellana siempre estuvo, de una forma u otra, cerca del mundo de los camiones de carga. "A mi padre, que vivió de un solo camión a lo largo de su vida, siempre lo acompañaba a pesar de ser la menor de seis hermanos. Lo ayudaba pasándole algunas herramientas para reparar a su máquina o estaba con él en algunos en viajes". Y no es el único transportista en su vida, ya que César -su esposo-, también está ligado a dicha actividad.
-¿Qué la llevó a entrar en el mundo del transporte?
-Nosotros tenemos tres hijos, dos mujeres y un hombre. Hubo un momento en que mi hija menor enfermó de gravedad y la cuidé un año completo. Al recuperarse, ya no tenía el mismo entusiasmo por volver a mi trabajo. Ahí pensé en lo que hacía mi padre y mi esposo, y quise empezar un emprendimiento desde cero.
Un Scania 112 de color blanco fue el camión elegido por María Orellana para empezar a recorrer esta nueva ruta. "Los primeros años fueron difíciles, porque los trabajos se iban para grandes empresarios y había que esperar semanas para que pudiésemos recoger carga. Pensé que me había metido en las patas de los caballos. De todas maneras, las ganas de emprender ganaron, a pesar incluso de las deudas que se acumulaban", recuerda.
Todo cambió cuando empezaron a prestar servicios para una compañía internacional que les entregaba buenas tarifas. Así pudieron, de hecho, comprar más camiones. "Gracias a ese trabajo pudimos acceder a un segundo camión e ir comprando luego más vehículos hasta llegar a los ocho que actualmente tenemos. Yo me hago cargo de todos ellos. Si hay que cambiar una pieza o arreglarlo, yo reviso si se hace o no".
Junto con el desarrollo de su negocio, María Orellana se interesó en el mundo gremial del transporte y con la idea de incluir más a las mujeres en el rubro. "Nosotros armamos la Asociación Gremial de Empresarios Camioneros (AGEC) de San Antonio, que luego se unió a la Confederación Nacional del Transporte de Carga Terrestre de Chile (CNTC). Ahí empezamos a apelar a una de las grandes dificultades que tenemos los transportistas: las largas esperas para recibir la carga. Por ejemplo, un viaje a Santiago pueden ser cuatro o cinco horas ida y vuelta pero pueden pasar seis u ocho horas esperando la carga y terminas haciendo el mismo trayecto en un día completo. Es un gran problema".
Su fervor por la lucha de los trabajadores del transporte la ha empinado hasta el cargo de vicepresidenta de la asociación, y su trabajo ha inspirado a que más mujeres se unan al rubro. "Actualmente hay otras diez mujeres, de distintas profesiones, que al igual que yo han decidido emprender en el transporte de carga. Cuando las veo me siento feliz, me enorgullece enormemente".
-¿Y sus hijos están interesados en seguir el camino de su madre y padre?
-Lo intenté con mi hija mayor pero no quiso. Mi otra hija, de 21 años, está estudiando administración de empresas porque quiere ayudarme con el negocio. Mi hijo, en tanto, con solo 14 años ya sabe manejar camiones. Que tus hijos estén interesados en el rubro indica que no has hecho mal la pega y que vas por buen camino.

"Me enorgullece ver a otras mujeres que se han sumado a este rubro", María Orellana.

 

Me enorgullece ver a otras mujeres que se han sumado a este rubro. María Orellana