Rolando empezó un día a hacer empanadas y no paró más
Y así La Piccata se convirtió en picada gourmet
Una larga lista de amigos suyos y de sus papás fueron los primeros clientes. Las colaciones son también un fuerte del local.
Fecha de publicación
2016-02-22
Escrito por
Pierina Cavalli
Mientras Rolando Orellana estudiaba cocina internacional en Inacap -en esa época estaba en el pueblito del Parque O'Higgins-, comenzó a hacer empanadas para vender los fines de semana. "Un amigo del barrio, que también estudiaba en el rubro gastronómico, me contó que una vecina vendía un horno y lo fui a ver. Me llamó la atención que era el mismo horno con el que cocinábamos en el instituto. Mi papá me prestó la plata y pensé en hacer empanadas los fines de semana", recuerda. Hizo una lista de sus amigos a quienes les podía vender y agregó a los de su papá y los llamó : "Ese fin de semana hice empanadas y nunca más paré", agrega Rolando.
Trabajó en la casa de sus papás, largo tiempo. Luego se casó, llegaron sus hijos y cuando iba en el segundo, pensó en consolidar el negocio; ya distribuía a almacenes, minimarkets. Vendía harto desde la casa y además de las empanadas Rolando hacía pan de pascua y productos caseros. Así se instaló en Suecia 2858, Ñuñoa, hace 16 años. "Cuando llegamos partimos como fábrica de empanadas solamente y al mes siguiente la señora que era nuestra cocinera me dijo: 'jefe, por qué no damos almuerzos, cocinamos para los cinco funcionarios que somos acá, hagamos diez, y vendemos cinco. Y ahora vamos en hartas colaciones", dice Rolando.
Cuando al tiempo sobrepasó la demanda de su tienda, Orellana dejó de distribuir empanadas y solo se quedó con la venta en el local: 16 tipos de empanadas, menú de almuerzo con dos opciones: una con carne y otra sin carne, platos preparados, como lasañas, quiches, pascualinas, pastel de choclo, y pasteles. "Esto ya funciona un poco más gourmet", cuenta Rolando, porque el sector ha crecido. "Cuando recién llegué estas eran puras casas, ahora hay muchos edificios, gente de paso, y oficinas, por lo que el negocio se amplió", dice.
"Acá todo es para servir o llevar, el espacio no es muy grande y se nos hace chico a la hora de almuerzo. Por eso, al almuerzo funciona solo de lunes a viernes, y los fines de semana la gente compra para llevar, ya que tienen platos familiares. Pero en marzo partiremos con las colaciones los fines de semana, porque la gente lo está pidiendo mucho, la gente ya no quiere cocinar", cuenta Orellana.
Rolando ahora sólo se dedica a administrar el negocio. Recientemente hicieron a la vuelta, una pastelería para vender en La Piccata tortas, pasteles, küchenes, pies, brownies, muffins, queques y pan de pascua en toda época.
16 son los tipos de empanadas que disfrutan los clientes de La Picatta.
"La gente ya no quiere cocinar", reflexiona Rolando Orellana.
Orellana cuenta que el negocio se amplió porque el barrio dejó de ser puras casas.