La epopeya tras el mesón del almacén Ben-Hur

El negocio lleva 70 años en la misma esquina

Mario Cid relevó a su padre y atiende desde hace décadas a los vecinos.  

Fecha de publicación

2015-02-09

Escrito por


Roberto Riveros J. 


El nombre de este local, inspirado primero en la novela de Lewis Wallace publicada en 1880 y después en la película basada en el libro, pareciera que hubiera determinado el destino cinematográfico del tradicional almacén y rotisería Ben-Hur, en Providencia.
Este antiguo negocio que lleva más de 70 años atendiendo a público y sobreviviendo a los cambios de época en la esquina de José Miguel Claro con Alvarez Condarco, ha servido varias veces de locación para producciones en su mayoría, publicitarias.
"En este local se han hecho varios comerciales. Caja Vecina de BancoEstado hizo su spot, porque necesitaban un negocio de barrio. Néctar Watts, con el guatón de la fruta, ha hecho ya dos réclames acá", repasa Mario Cid, quien junto a su señora atiende el negocio familiar desde hace 36 años.
Claro que Mario no necesitó ningún comercial para hacerse conocido en el sector, pues sus vecinos han visto pasar el tiempo junto a él, transitando de la tienda a la casa durante décadas.
"Uno se hace amigo de los vecinos, se crea una particular relación de amistad. Yo ya sé qué es lo que quieren o necesitan. Los veo cuando vienen por la esquina y al momento de llegar al mesón, ya les tengo lista su compra de siempre", comenta Cid.
A sus 75 años de edad, Mario considera que esta relación con las personas del barrio es sumamente valiosa, tanto así que ha hecho importantes sacrificios para conservarla tan buena como siempre.
"Nosotros tenemos patente de alcoholes, somos también botillería, pero cerramos igual a las 9 de la noche. No explotamos mucho esa parte del negocio porque, aunque nos podría dejar buenos dividendos, estaríamos poniendo en riesgo la paz del sector atrayendo a público que, muy tarde en la noche, causa ruidos, peleas o problemas. Creo que la tranquilidad del barrio es importante y creo que los vecinos valoran también eso".
De las siete décadas que lleva el local en esa esquina, 45 años ha pertenecido a la familia Cid. "Este negocio lo comenzó mi papá. El tenía un almacén en la plaza de Rancagua. Le puso Ben-Hur después de leer la novela y ver la película. Le iba muy bien. Después, se vino a Santiago, compró este local, el de al lado, se instaló con un bazar, de esos que ya no existen más y este almacén, que en esa época tenía una vitrina nomás".
Por aquel entonces, Mario era vendedor viajero, "de esos que ya no existen, de los antiguos, los de verdad. Conquistábamos al cliente. Podíamos vender hasta piedras pintadas", recuerda entre risas. Tenía a su cargo las zonas entre San Bernardo y Concepción cuando su padre le pidió que lo ayudara con el negocio. Desde entonces, está al frente del local.
"Llegué a Santiago y en el barrio había pura gente de edad, jubilados. Con la aparición de edificios, el sector y los vecinos han cambiado para mejor. Muchas veces la gente me preguntó si iba a vender mi propiedad, yo los tranquilizaba y les decía que no, que Ben-Hur no iba a cambiar. Hasta me ofrecieron dinero de una cadena de minimarkets para instalarse en la esquina, pero no acepté. Se instalaron muy cerca, pero no me han hecho mella, porque aquí la atención es personalizada".


El padre de Mario Cid fue quien bautizó el local.

El padre de Mario Cid fue quien bautizó el local.

"Se crea una relación de amistad con los vecinos", afirma Cid.

"Se crea una relación de amistad con los vecinos", afirma Cid.

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