"El negocio fue una apuesta, tenía que funcionar sí o sí"

Y la base era la proyección inmobiliaria del barrio

El difícil tránsito de pasar de profesional titulado a meterse en el mundo del comercio y con poco respaldo.  

Fecha de publicación

2014-09-22

Escrito por


Valentina Espejo D. 


Sebastián Garrido estudió Sociología; trabajó tres años en el ministerio de Salud, es fanático del reggae y a sus flamantes 32 años es dueño del Almacén Leones (San Isidro 18), una fuente de soda, una amasandería y una veterinaria, en el mismo barrio.
El primer negocio, Almacén Los Leones, así llamado por su afición al animal, símbolo de la cultura rasta, lo inauguró en el 2008. "Con mi mejor amigo siempre hablábamos de las ganas de hacer cosas distintas. Estábamos convencidos que si bien nuestras carreras satisfacían parte de lo que queríamos, no nos iban a permitir hacer cosas como viajar o tener acceso a otros bienes sin caer en un endeudamiento gigante", cuenta Garrido.
Por esas casualidades de la vida, los padres de una compañera de colegio -que eran dueños del local- decidieron vender el negocio, tras 42 años. Sebastián, que toda la vida ha vivido en el barrio de Santa Lucía, les comentó su idea. "Quería comprar un departamento o emprender en un proyecto comercial. Ellos me aconsejaron que me comprara el departamento, que no pensara en tener negocio porque era muy sacrificado y daba muchos problemas. Hoy entiendo esas palabras, jajajá", dice Garrido.
La suspicacia sociológica aprendida en su carrera lo impulsó a hacer caso omiso de esta advertencia. "Gracias a la visión de mi carrera me di cuenta que el barrio era emergente, que el tema inmobiliario venía muy fuerte y que el flujo del negocio se podía mejorar con imagen corporativa y una buena atención", afirma Garrido.
De este modo, siendo un profesional joven, sin ahorros y con baja capacidad de endeudamiento, el joven fue apoyado por su madre, quien le consiguió un préstamo de 28 millones de pesos. "El derecho de llaves nos costó 27 millones. Otros $500 mil se fueron en trámites y nos quedamos con $500 mil para mercadería. Con esa plata me fui a la Vega Central, compré todo lo que me alcanzó y el negocio empezó a girar. El préstamo había que pagarlo todos los meses, ascendía a un valor mayor que la renta de mi mamá y la mía, entonces el negocio tenía que funcionar sí o sí. Fue una apuesta", afirma Garrido.
Con el objetivo de conservar la identidad de almacén de barrio estuvieron usando por un par de años las típicas cotonas café. Luego dieron un salto a la modernidad y actualmente las siete personas que atienden el local lucen perfectamente uniformadas con poleras azules estampadas con el logo de Almacén Leones, que aparte de tener la oferta de un minimarket convencional, se distingue por la venta snacks e ingredientes de la gastronomía extranjera.
"El centro sufrió una transformación por la ocupación de inmigrantes. Este barrio también tiene esa característica así que incorporamos a la oferta tradicional las materias primas para producir lo que ellos comen, como arepa o pandebono. Tenemos harina pan, que utilizan las comidas centroamericanas y sudamericanas, yuca en términos de las verduras, plátano verde para freír, chifle (snack) que es como las papas fritas envasadas, pero de producción artesanal. También hay una oferta variada de bebidas, colombianas y peruanas como Inca Kola, Postobón o Pony Malta, que son súper demandas", asegura Garrido.
Otro elemento que los diferencia, según cuenta, es el componente frutas y verduras, lo que se suma a las cecinas y derivados, lácteos, abarrotes, bebidas, helados y alimentos para mascotas que ofrece el local. "Hay varios minimarkets en la zona, pero pocos venden verduras y eso es un punto que nos diferencia. Vendemos frutas y verduras de la Vega Central y nos preocupamos que sean de primer nivel, seleccionándolas permanentemente".
Además de su oferta de ingredientes multiculturales, Almacén Leones es conocido en el sector por ser atendidos por extranjeros. "Hay trabajadores de Perú, Ecuador y Colombia. Ellos tienen un nivel de atención más amable y una mejor disposición. A nosotros nos cuesta ser más amables o en modales básicos como saludar", dice Garrido.


Ahora todos atienden uniformados con el logo del almacén.

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La oferta del local se abrió a productos del gusto de los inmigrantes.

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