El Pelé y su carnicería con 70 años en Ñuñoa

A pesar de la transformación del barrio el local se apega a su origen

Un negocio que no tiene nombre desde que hubo que pagar patente.  

Fecha de publicación

2014-02-24

Escrito por


Roberto Riveros J. 


Heriberto Jara se asoma por la entrada de su pequeño negocio sin ningún nombre en la fachada. Recorre con la mirada la calle y, con algo de nostalgia, recuerda cuando era niño y repartía a las casas del sector el alimento del día para las numerosas familias familias de ese sector de Ñuñoa.
"Empecé a trabajar aquí cuando tenía 14 años. Cada mañana llegaba la carne calentita, directa del matadero y yo la iba a dejar en cunas a los vecinos. He pasado una vida aquí", saca cuentas este veterano comerciante de 70 años de edad, quien desde el mostrador, ha sido testigo de la historia del barrio, desde su antigua carnicería ubicada en Simón Bolívar, a la altura del 3702.
"La primera patente de este negocio es del año 1945. Se llamaba La Argentina en aquellos años, pero después tuvimos que sacar el nombre porque había que pagar registro de marca o algo así. Entonces quedó sin cartel hasta el día de hoy".
Un transeúnte mayor camina con paso lento frente al local, voltea con una sonrisa y exclama: "¡Cómo está Pelé!". Levantando la mano respondiendo al saludo y entre risas, Heriberto Jara comenta, "es que cuando chico me gustaba jugar a la pelota, pero era malo, entonces me pusieron Pelé. Así me conocen en el barrio, muy poca gente sabe cómo me llamo de verdad. De hecho, algunos le dicen a la carnicería Donde El Pelé".
El vecino que pasó era de los clientes antiguos que le quedan, también sobreviviente de una época donde el barrio se dibujaba muy distinto. "Era muy bonito aquí, había puras casas patronales y vivían algunas de las familias más pudientes del país. Eran muchísimos en cada casa. Tenían dos nanas, un mayordomo, un montón de hijos y perros. Comían mucha carne. Con el tiempo esa gente murió, los hijos vendieron las casas y han aparecido edificios".
Heriberto Jara llegó siendo un niño a trabajar en el negocio. Los anteriores dueños lo recibieron como si fuera parte de la familia y, según cuenta, el cariño lo llevó a quedarse. "Ellos no tenían hijos y yo fui para ellos como un hijo adoptivo. Se preocuparon de mí desde pequeño, no me importó el sueldo ni el trabajo, me quedé con ellos hasta que, como es naturaleza, murieron. Así que ahora sigo yo tras el mesón".
Junto a su señora y de muy buen humor, Jara sigue dándoles la pelea todos los días a los supermercados. "A mucha gente le gusta venir al boliche de la esquina. Acá nos conocemos, nos cuidamos, se conversa y además, me sé los gustos y mañas de todos los caseros y caseras. Mi cliente más antiguo lleva 40 años viniendo y así hay varios, hemos ido envejeciendo juntos".


Heriberto Jara llegó y con el tiempo tomó las riendas del local.

Heriberto Jara llegó y con el tiempo tomó las riendas del local.

Los pedidos son a gusto del casero y de la casera e incluyen las mañas.

Los pedidos son a gusto del casero y de la casera e incluyen las mañas.

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