Las locatarias de La Vega Central de Santiago no se achican

Mujeres del clásico mercado capitalino cuentan sus peripecias en un mundo de machos

Llegaron buscando mejores horizontes laborales para mantener a sus hijos y también desarrollar las tradiciones familiares.  

Fecha de publicación

2018-02-05

Escrito por


Rodrigo Sepúlveda S. 


Cualquiera que llega por primera vez podría irse con la idea de que para trabajar en la Vega Central es indispensable contar con un vozarrón de tenor. La competencia es dura y manejarse a grito pelado parece ser la manera más efectiva de conquistar clientela.
Pero Marina González, dueña de Huevos La Marinita (local 242, pasillo 7), apenas necesita susurrar para que le lluevan los clientes. Ella es una de las muchas mujeres que han ido ganando terreno en el clásico mercado capitalino y que ha logrado hacerse un nombre a punta de puro trabajo, productos frescos y buenos precios. Marinita, como la conocen en La Vega, llegó aquí en 1978. "Yo trabajaba en una avícola y un día mis patrones me trajeron a vender huevos acá. Se suponía que solo sería por un día, pero terminé quedándome para siempre", cuenta.
Hace 18 años se independizó y abrió Huevos La Marinita, donde vende cerca de 3.600 unidades al día. "El producto viene seleccionado desde el criadero de Padre Hurtado con el que trabajo. Me llegan huevos frescos tres veces por semana, de tres tipos distintos: Súper Extra, que es un huevo de 70 gramos y cuesta $1.500 la docena, Extra, de 60 gramos y $1.400, y Primera, que un huevo más pequeño, de 50 gramos y que vendo a $1.250 la docena", detalla. La bandeja de 30 huevos, en tanto, la tiene a $3.400.
Ella misma aconseja a sus clientes sobre qué uso darle a cada tipo de huevo. "El Súper Extra es bueno para repostería y pastelería, porque rinde más, el Extra es más para el uso diario en la cocina, y el Primera me lo piden mucho de las cocinerías para preparar pailas", relata.
-¿Por qué se quedó definitivamente en el rubro de los huevos, Marina?
-Me gustó porque es un producto liviano para una como mujer, y más limpio que trabajar con carnes o verduras. Como ve, acá tengo un montón de cajas que debo guardar yo misma todos los días cuando cierro, así que me resulta más fácil que sean huevos a otras cosas. Además que ser especialista en huevos hace que la gente la busque más a una porque saben que es mi producto estrella.
El pepino la lleva
Teresa Céspedes ya va para los 30 años en La Vega. Llegó buscando una oportunidad de trabajo cuando se separó de su marido y tuvo que hacerse cargo de sus dos hijos. El suyo desde que se asentó aquí es el local 84 del sector de Chacareros. Desde entonces que se levanta a las 5:00 de la mañana para estar atendiendo en su puesto a las 7:00 en punto. "Es sacrificado este ritmo de trabajo, pero te acostumbras. La vida de todos aquí es similar y después de tanto tiempo los conoces a todos. Todos son como tu familia", cuenta.
Lo suyo es una verdulería a la antigua, sin nombre de local, ni grandes letreros. Solo los productos como protagonistas. "Vendo zanahorias, betarragas, zapallo, choclo, todo tipo de hortalizas. Me abastezco de las verduras que llegan temprano en la mañana al patio de La Vega. Ahí compro lo que sé que la gente está pidiendo más en el minuto", cuenta.
-La Vega está llena de verdulerías. ¿Cuál es su movida para captar clientes?
-Las verduras son prácticamente las mismas en todos los locales. Lo principal es tenerlas fresquitas, bien cuidadas, y tratar muy bien a los clientes. Acá llega mucha gente del barrio alto, sobre todo los fines de semana, y también mucho extranjero. Eso nos ha obligado a todos los locatarios a mejorar la atención.
-¿Qué verdura es la que más está vendiendo ahora?
-Estoy vendiendo mucho pepino. Según lo que me cuentan los clientes, en esta época se lo llevan para preparar jugo natural. También el apio.
La chunchita colocolina
La Carnicería El Chunchito (local 247, pasillo 4) ha pasado por varias manos. Su primer dueño se la vendió a Clementina Ruiz (recientemente fallecida) hace 43 años, con la única exigencia que conservara el nombre, ya que era hincha furibundo de la Universidad de Chile. El local ahora lo regenta Jacqueline Muñoz, hija de Clementina, quien revela algo que solo saben los locatarios más antiguos del mercado. "Mi mamá era del Colo Colo, pero como hizo la promesa de mantener el nombre lo hemos respetado siempre", dice.
Muñoz comenzó a trabajar en el negocio hace 36 años y hoy lo lleva con la ayuda de su marido y tres cortadores de carne. En más de una ocasión ha tenido que cargar, a la par de sus compañeros hombres, hasta 30 kilos de algún animal hasta su local. "El secreto es tomar la carne como si fuera una guagua, no echársela al hombro", afirma.
Su especialidad es la carne categoría B, es decir, el novillo, que según cuenta requiere más cuidado en su refrigeración y manejo, pero es más sano y blando. "En toda la historia de la carnicería solo hemos trabajado con tres proveedores porque ya sabemos que sus productos son superiores. Nuestros precios son más altos que en una carnicería corriente, pero no competimos por precio. Aquí lo que más vendemos es la posta, rosada y negra, a $6.880, y el lomo vetado a $8.600 el kilo", asegura Muñoz.
-Con esos precios debe costar competir.
-Es caro, pero nuestra clientela fiel sabe que se lleva un corte de primera. Yo compro no más de 5 o 6 animales por semana. Y en los supermercados compran más de 50. A mí todo se me acaba rápido, no mantengo por mucho tiempo los productos congelados. Eso te habla de que la carne está mucho más fresquita.
Pajarita nueva
Rosa Leiva lleva apenas tres meses con su puesto Crepes La Rose en el sector Chacareros de La Vega. Llegó a trabajar acá luego de verse obligada a finiquitar la tienda de ropa que tenía en el Apumanque. "El rubro de la ropa estaba muy difícil. Hace un tiempo una amiga vino a comprar a La Vega y me sugirió que me instalara con algo. Averigüé y postulé a un espacio. Después de casi un año me llamaron para contarme que había sido seleccionada para poder trabajar acá", cuenta.
Crepes La Rose es uno de los pocos carritos que se han ido poniendo en los pasillos del mercado. El menú abarca crepes dulces, con nutella, manjar, arándanos, plátanos y frutillas, y salados, de camarón, tomate, jamón y pollo, entre otras variedades. Los precios parten en los $2.500. "Lo bueno de estar en un lugar como La Vega es que puedo proveerme de ingredientes aquí mismo. Además vendemos jugos de fruta naturales y batidos. Nuestro cliente es la persona que en la pasadita de su día de compra se tienta para comer algo. Pronto también comenzaremos a hacer wafles", dice.
-¿Cómo es ser la recién llegada en un lugar donde abundan los locatarios de años?
-Siendo nueva, y además mujer, pensé que iba a ser súper difícil que me miraran como una igual, pero hasta ahora no he tenido ningún problema. Ha sido sacrificado porque se trabaja harto, pero es muy entretenido el ambiente. La mía es una propuesta súper nueva para La Vega. Por lo que he sabido, los carritos de comida aquí son un fenómeno reciente. Creo que estando acá ayudamos a ampliar el público que viene a comprar, porque saben que además de proveerse de alimentos pueden pasar un rato comiendo algo rico.



"Ser especialista en huevos hace que la gente la busque más a una", Marina González.



"Es sacrificado este ritmo de trabajo, pero te acostumbras", Teresa Céspedes.



"El secreto es tomar carne como si fuera una guagua", Jacqueline Muñoz.



"La mía es una propuesta súper nueva para La Vega", Rosario Leiva.







¿Territorio machista? 


Teresa Céspedes, del local 84 del sector Chacareros, cree que todavía quedan resabios de machismo en La Vega, producto de que la mayoría de los trabajadores son hombres. "En los 30 años que llevo acá no me ha pasado nada desagradable, pero sí creo que el ambiente en La Vega todavía es medio machista. Me ha tocado ver cómo los hombres pelan a las mujeres jóvenes solo porque se acercan a conversar con otros hombres. Acá hay muchas mujeres solas, jefas de hogar, que realmente a lo único que vienen es a trabajar, no a coquetear", dice.


Es sacrificado este ritmo de trabajo, pero te acostumbras. Teresa Céspedes

Es sacrificado este ritmo de trabajo, pero te acostumbras. Teresa Céspedes

Ser especialista en huevos hace que la gente la busque más a una. Marina González

Ser especialista en huevos hace que la gente la busque más a una. Marina González

El secreto es tomar carne como si fuera una guagua. Jacqueline Muñoz

El secreto es tomar carne como si fuera una guagua. Jacqueline Muñoz

La mía es una propuesta súper nueva para La Vega. Rosario Leiva

La mía es una propuesta súper nueva para La Vega. Rosario Leiva

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