Joven se cansó de contar la plata de los demás
Ex contador es dueño de una botillería
Desechó la idea de un pub o un restaurante por el monto de inversión. Las cervezas artesanales son la especialidad de la casa, donde ya se palpa el ambiente dieciochero.
Fecha de publicación
2014-09-15
Escrito por
Valentina Espejo D.
"Desde que empecé a estudiar siempre tuve claro que tenía que hacer algún tipo de negocio que me diera dinero y sin tener que estar metido en una oficina cumpliendo horario", dice Rodrigo Cortés (33), dueño de la botillería Me lancé, ubicada al final de la avenida Manuel Montt, en Ñuñoa.
De profesión contador auditor, trabajó con cifras y números durante diez años hasta que se hartó de contar plata de otros y se lanzó a la piscina con su propio negocio, hace cuatro meses. Fue así como se asoció con un compañero. "La idea original era abrir un pub o restaurante, pero no alcanzaba el dinero. Era más trabajo embarcarse en algo así y se requería personal de trabajo", cuenta Cortés.
Por este motivo, desecharon la idea y compraron la patente de una botillería ubicada en el barrio del propio Rodrigo. "Yo fui cliente, pero el local venía a la baja. No encontrabas cigarros, bebidas ni nada", agrega.
Pero su socio a la semana se arrepintió de invertir su dinero. "Se sintió afligido y decidió salirse del negocio", cuenta Cortés.
Quedando como el único dueño podía tomarse las atribuciones que fueran, así que bautizó su local con el nombre "Me lancé", apelativo que llama la atención de los vecinos del barrio y los clientes que no dudan en tomarse una fotografía afuera del local y subirla a las redes sociales para bromear.
"Me lancé es una creación de mi hermano, Gabriel que importa tablas de skate desde China. La marca es pegajosa y llama ene la atención, además todos se lanzan alguna vez a emprender algo, como me pasó a mí", dice Cortés.
El nombre luce unas inmensas letras de madera con una estilosa tipografía, lo que le da un carácter rústico. Los clientes que ingresan al local se empapan del espíritu dieciochero que luce con banderines, globos y hasta degustación de chicha y pipeño.
Pese al poco tiempo que lleva Rodrigo en el negocio, dice que ya se maneja al revés y al derecho con las preferencias de sus clientes. "Por ejemplo, el pisco la está llevando sobre todo entre los 25 y 40 años. El ron pasó de moda, no se vende nada. El whisky y el vino también tienen buena salida", asegura.
No obstante, su fanatismo por las cervezas artesanales lo llevó a inclinarse por este segmento y potenciar esta línea. "Tengo Kross, Kunstmann, Austral y la que más tiene salida es una holandesa llamada Bear Beer, que es rica y cuesta sólo $400, la lata de 225 cc.", dice el ex contador.
Si bien es un novato en el rubro, el joven apunta alto. Su objetivo final es convertirse en distribuidora. "Desde que yo pensé en armar este negocio siempre supe que me tenía que ir bien. La decadencia de la botillería anterior hizo que mucha gente se alejara y ahora estoy concentrado en reencantar a la gente que se arrancó".
La cerveza es un fuerte en el local.
El local llama la atención desde la fachada.