Dulces con sabores y diseños personalizados

Confitería Blum elabora productos a medida de sus clientes

Todo su catálogo es libre de azúcar y se produce de manera artesanal. En su taller-tienda del Barrio Italia elaboran los caramelos a la vista del cliente,en un proceso que puede durar más de tres horas.  

Rodrigo Sepúlveda S. 

Los dulces que fabrican en Confitería Blum no tienen azúcar. Con ese solo dato cualquiera podría augurarles bien poco futuro en el exigente paladar infantil...pero en la práctica ha ocurrido todo lo contrario ya que esta joven empresa ha visto crecer semana a semana su clientela. "Nuestro consumidor final es bien amplio, como por ejemplo personas a quienes les gustan nuestros dulces porque tienen formas entretenidas, adultos que aman los dulces pero no los consumen por el azúcar y aquellos nostálgicos que se recuerdan cuando compraban estos productos en el almacén de la esquina", explica José Barros, uno de sus socios.
El segundo punto que ha llamado la atención del público, sobre todo de almacenes y tiendas que les encargan dulces para vender como propios, es que Blum trabaja de manera personalizada, entregando los sabores, colores y diseños que el cliente quiera. "Se pueden diseñar todo tipo de cosas, desde dulces con forma de nombre hasta con logos corporativos", explica Germán Landaeta, también socio del emprendimiento. La apuesta les ha resultado bien hasta ahora, sobre todo en la venta mayorista. "El 90 por ciento de nuestra producción se va a otros locales y en cuanto a las variedades más solicitadas, se trata de aquellas con diseños relacionados con Chile. Sobre los sabores, lo que más llama la atención son violeta y maracuyá", dice Barros.
La idea de este negocio nació el 2010 pero se concretó finalmente hace solo algunos meses. "Hace mas de ocho años que queríamos independizarnos. En ese entonces, vi un caramelo de estilo tronquito -los que tienen una figura de una frutilla, naranja u otras frutas en el centro del dulce- y me pregunté si podía hacerse con otro tipo de diseño. Pensé en algo más entretenido y que pudiera ser una opción no solo para personas sino también para las empresas. Empezamos a averiguar si era posible y descubrimos que en Europa había un grupo de gente que se dedicaba a hacer caramelos a mano. Nos contactamos con ellos pero las condiciones para hacernos cargo de su franquicia eran excesivas e inalcanzables para nosotros. Así que mucho después, decidimos dejar de considerar ese modelo de negocios y crear nuestra propia marca. Buscando por aquí y por allá, encontramos a una persona que enseñaba el oficio. Me contacté con él y después de muchas conversaciones accedió a enseñarme. Estuve en Europa por más de un mes aprendiendo el oficio de caramelero", cuenta Barros.
El centro de operaciones de Confitería Blum es un taller-tienda en el Barrio Italia, donde elaboran los dulces a la vista del cliente, quienes pueden apreciar labores como el amasado, estirado y corte de estos productos. "Nuestro principal objetivo para este año es poder abrir un punto de venta propio, idealmente en algún centro comercial", dice Landaeta.
-¿Cómo es el proceso de fabricación del dulce sin azúcar? ¿Qué diferencia tiene con el proceso de un dulce normal?
-Todo el proceso de confección es a mano, de forma artesanal. Se calienta la masa a más de 120 grados Celsius, se le agregan los colores y esencias para luego armar las diferentes piezas y crear posteriormente el diseño que uno quiera. Todo este proceso puede llegar a durar más de tres horas.
-¿Cómo creen que ha cambiado o evolucionado el negocio de los confites?
-Ha cambiado mucho desde la introducción de los sellos de advertencia en los alimentos. Creo que eso ayudó a crear conciencia de la importancia de tener una alimentación más sana. La gente busca hoy un producto que pueda consumir sin culpa.

"El 90% de nuestros dulces los compran otros negocios", dice Barros.

Este es el formato de venta que tiene Blum.