Le picó fuerte el bichito del emprendimiento
Las abejas son el eje del negocio de Claudio Segovia
Su empresa elabora cosméticos, productos medicinales y gourmet en base a miel, propóleo y cera de abeja.
Fecha de publicación
2016-01-18
Escrito por
Makarena Zapata R.
"Soy hijo de agricultor y viví en la zona de Talagante hasta que me vine a Santiago para estudiar dibujo industrial. Para ganar un poco de dinero mientras estaba en la universidad me puse a trabajar con un apicultor de Quinta Normal, algo bien paradójico porque a pesar de haberle hecho el quite al trabajo en el campo igual terminé relacionado a él. En esa época tenía 20 años y partí de cero: mirando, aprendiendo y después manipulando a las abejas hasta recibir las primeras picadas".
Así recuerda Claudio Segovia cómo conoció este rubro y comenzó un proceso de aprendizaje sobre la producción de miel, cera y propóleo. Cinco años estuvo al lado de este jefe, hasta que decidió que era hora de probar suerte por sí solo. Renunció a su trabajo y buscó ayuda en Indap para pedir un crédito y comprar su primera colmena. "Con el paso del tiempo me di cuenta que el rubro era demasiado variable así me incliné por la elaboración de cosméticos, productos medicinales y gourmet en base a miel, propóleo y cera de abeja. Se trata de cosas como shampoo, bálsamo, cremas de rostro, jabones, varitas de miel con sabor y hasta un multivitamínico para afirmar las defensas del cuerpo", agrega.
Así, hace diez años, partió Apícola Lonquén, de la mano de su socia y pareja Romina Fuentes. "Junto a ella diseñamos nuestras primeras etiquetas en Word y empezamos a vender en distintas ferias de Talagante...hasta que sucedió lo impensado. Romina falleció en un accidente y todo se me vino cuesta abajo".
-¿Y qué pasó después de esa terrible noticia?
-Estuve como tres años dando vueltas e intentando retomar el rumbo del negocio porque en un principio todo me resultaba demasiado doloroso, pero con la ayuda de amigos y familiares logré salir adelante, recuperando todas las ganas que había sentido antes por emprender. Retomé la producción y la venta en ferias hasta que se me presentó la oportunidad de ponerme con un puesto en el persa de Franklin (Santa Rosa 2260, galpón cuatro, local 84). Allí tenemos todos los productos para que la gente pueda ver en vivo y en directo que nuestra apícola se inclina más por lo natural que por los añadidos químicos.
Si bien Claudio Segovia dice estar muy contento con los resultados de su negocio, cuenta que el camino del emprendedor es complicado, sobre todo por un tema de recursos. "Cuesta conseguir el dinero para seguir creciendo. Ahora, en ese aspecto, ha sido crucial el apoyo de Fondo Esperanza. Como planes para este año, tenemos contemplado un cambio de imagen y seguir mejorando la producción en vías de mantener el equilibrio con el medio ambiente".
Segovia dice que sus productos entregan una solución natural a las personas.