"En la mañana lo que más se venden son los chicles de menta"

Periodista y actor que vende dulces afuera del metro

Su constante observación le permite a Rodrigo Mejías conocer en profundidad las rutinas y los vicios de los compradores.  

Fecha de publicación

2013-09-16

Escrito por


Juan Pablo Rioseco D. 


Salió el año 98 del colegio, estudió teatro y después periodismo. Hizo su práctica escribiendo para el sitio web de un reconocido medio de prensa nacional, pero a los pocos meses se aburrió. Su trabajo diario era teclear frente a la pantalla de un computador durante la jornada entera. Encerrado en la oficina, Rodrigo Mejías veía cómo sus pies y manos se hinchaban necesitadas del callejeo y el intercambio de miradas entre la multitud. Fue entonces que un día salió de su casa ubicada en Macul, tomó una micro rumbo a Quilicura donde se abasteció de cajas con Chocman, Super 8 y Serranitas para vender a sus vecinos entre 7 y 9 de la mañana en la salida poniente del metro Quilín.
"Estaba sin pega, no tenía motivación y tomé esta decisión porque me obligaba a levantarme temprano y qué mejor que acompañado del sonido de las moneditas entrando. Esos $10.000 ó $12.000 que me hago en promedio en estas dos horas, me permiten tener $200.000 al mes para pagar las deudas de la universidad y seguir dándole con el emprendimiento", revela el entusiasmado joven que además de endulzar el trayecto a los ciudadanos precordilleranos, lleva en su carrito una libreta donde ha plasmado todo el conocimiento empírico de su aventura ambulante.
"Hay gente que todos los días compra lo mismo, otros que siempre pasan, saludan y nunca compran. Están los padres que evaden al vendedor para no tentar al hijo, cosa que también ocurre con hombres que no tienen para invitar a su chiquilla y esquivan la mirada. Pero la maldición de los vendedores son los papás que quieren sí o sí comprarle alguna cosa a su hijo, le ofrecen de todo y al final lo presionan tanto que el cabro chico prefiere no comprarse nada."
-¿Y tus papás qué te dijeron de todo esto?
-No les gustó mucho la idea de ver a su hijo recién titulado vendiendo dulces en la calle, pero antes de salir les dejo chocolates en el velador y con eso me los gano.
-¿Qué es lo que más se vende?
-En la mañana lo que más compran es, por lejos, el chicle de menta. Lo que menos se venden son las papas fritas y ramitas. Igual mucha gente me pide que traiga pan y café que son los reyes de la mañana, pero lo mío es vender dulces envasados.
-¿Cómo decides qué productos traer?
-Me he ido armando con las peticiones de la gente y por lo que yo observo cada mañana. Por ejemplo todos los días aparece una chiquilla tomando leche con chocolate a la misma hora, y al rato pasa otro tomando su leche de frutilla. Los vi pasar una semana con lo mismo y entonces compré de ambas leches para lograr que esa dosis diaria de leche en cajita que necesitan, la compren aquí en mi puesto.
-¿En el futuro próximo piensas seguir de comerciante o volverás al periodismo?
-Difícil saberlo. Igual acá mucha gente me pregunta información de calles, de recorridos de micros, de noticias que están pasando. El periodismo nunca lo he dejado, solo que opté por el contacto con la gente antes que por la vida virtual. Partí con una cajita de zapatos y ahora tengo mi carrito y una variedad de dulces para regodearme. Aunque debo reconocer que cuando te pones a vender y a comerciar te das cuenta que uno se convierte en esclavo de sus propias decisiones y de su propio trabajo. Mi idea es mantener este ritmo madrugador y a la vez desarrollarme escribiendo guiones inspirados en los personajes que veo en esta esquina cada mañana.


El "puesto" al principio era una pura caja de zapatos.

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Mejías cuenta que se hace unas 200 lucas al mes.

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