La mejor herencia que le dejó su abuela

Recetas de doña Marcelina dieron vida al negocio de Carol Álvarez

La fábrica de embutidos de esta emprendedora distribuye productos como longanizas, prietas y chorizos entre Temuco y Puerto Montt.

Fecha de publicación

2013-06-10

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Un emprendimiento ligado al rubro de las cecinas fue la última idea que se le vino a la mente a Carol Álvarez para hacerle quite a la grave crisis económica que atravesaba junto a su familia a finales de 1999. Por esa misma fecha habían instalado junto a su esposo un emporio en el pueblo de Vivanco (en la Región de Los Ríos) pero al poco tiempo se dieron cuenta que sus ganancias cada vez eran menores y que las cifras rojas serían una realidad irreversible para su negocio.


Así fue como Álvarez retrocedió en el tiempo y recordó los buenos comentarios que recibió de la gente por las cecinas y embutidos que preparaba su abuela. No lo pensó dos veces. Agarró todas esas recetas para preparar ella misma dichos alimentos y con la ayuda de su familia, comenzar a venderlos entre los habitantes del pueblo.


"Partimos con este trabajo por ahí por el 2001. Estábamos en un salón de 18 metros cuadrados y alentados nada más que con la fe de que todo tenía que salir bien. Hacíamos los mismas cecinas y embutidos que vendemos ahora: longanizas, prietas, salchichas, chorizos, costillares ahumados y salame, entre otros. La cosa es que aún no entiendo cómo, pero tuvimos un éxito rotundo y hasta se empezó a correr la voz en otras regiones sobre nuestros embutidos", recuerda esta tenaz emprendedora.


A tanto llegó el éxito del negocio, que en honor su abuela, decidieron bautizarlo como Cecinas Doña Marcelina ( www.cecinasmarcelina.cl). Se trata de una marca registrada y que en la actualidad ya cuenta con una cadena de distribuidores presentes desde la ciudad de Temuco hasta Puerto Montt y que llega incluso a Santiago, a través de algunas cadenas de supermercados.


"De la amplia gama de embutidos que tenemos, la estrella es la longaniza. El secreto está en la calidad de los insumos y en el tratamiento del ahumado que le damos. Uno que debe hacerse durante 24 horas en podas de madera nativa para que el color anaranjado de la longaniza sea completamente natural y lejos de cualquier necesidad de colorante o preservante".


-Hay una gran preocupación entonces por la calidad de cada producto.


-Es parte de nuestra garantía como marca porque mi abuela era muy rigurosa cuando se trataba de elaborar alimentos. Ocupamos tripa natural, buenos aliños y carne de cerdo molida de primera calidad. Igual nos ha tocado duro porque en diciembre pasado se nos incendió la fábrica de 500 metros cuadrados que tantos años de esfuerzo nos había costado construir. Lo perdimos todo y tuvimos que partir de cero nuevamente.


-¿Y qué ha pasado desde esa fecha hasta ahora?, ¿cuál es la situación actual de Cecinas Doña Marcelina?


-La verdad es que estamos mejor que nunca. Si bien fue una gran pérdida y aún estamos en proceso de reconstrucción, resulta que la gente que aún no conocía la marca y que no compraba los productos Doña Marcelina, después del incendio se dio cuenta de nuestra existencia y empezó a degustar los embutidos y cecinas. Lo mejor es que las ventas durante este año han subido un 35% y creo que esa ha sido el mejor marketing para salir victoriosos de una tragedia tan terrible como la que vivimos.


-¿Qué tipo de planes tiene para su emprendimiento?


-Tenemos planes a corto plazo ya que estamos esperando que lleguen tres máquinas que nos permitirán agilizar el proceso de relleno de los embutidos, lo que no significa que descuidemos la mezcla de los ingredientes de forma artesanal. Esas máquinas nos permitirán elevar los niveles de producción y su posterior envasado, que puede ser al vacío o a granel.


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