Nelson Martínez lleva al cielo a la bandera chilena
Es el único diseño que pone en todos los volantines que fabrica
Para diferenciarse de la competencia, en los últimos años ha ido probando nuevos bordes y formas para algunos de sus productos. "Ya tengo diez modelos distintos", dice.
Fecha de publicación
2013-09-02
Escrito por
Makarena Zapata R.
De volantines, tirantes, carrete e hilo bien aprendió Nelson Martínez a pura vista y paciencia de su papá, Benito Martínez. Premiado con una estatuilla de bronce por la Asociación de Volantineros de Santiago en el año 1968 como el mejor exponente del año por la rapidez, gracia y técnica que mostró en una competencia realizada en dicho año en el Parque O'Higgins.
"Mi papá amaba desde hacerlos con sus propias manos hasta salir a los espacios libres a elevarlos. Él también fue fundador del primer club de volantines de Chile, Los Halcones de la Plaza Bogotá, y el ejemplo que he intentado honrar toda mi vida. Ahora, por esas cosas de la vida me alejé del tema durante un tiempo y solo hace un par de años lo retomé con todo", detalla Nelson (Teléfono de contacto: 9-5886562)
Fue así como empezó nuevamente a ir al barrio Estación Central para comprar todos los insumos necesarios para empezar a trabajar nuevamente en su gran pasión. Como una forma de diferenciarse de otros volantineros de oficio, este hombre probó con nuevos modelos y formas. Todos, con los colores y la típica forma de la bandera chilena. "Los volantines son una bendición. Aparte de los normales, yo elaboro otros diez tipos o modelos especiales, que escapan de la forma de rombo que todos conocen. Les agrego bordes y formas que son atípicas. Y la verdad es que todo ellos vuelan de la misma forma que los tradicionales", asevera este hombre de 51 años.
-¿Además de vender, usted les entrega algunos consejos a los padres primerizos que quieren encumbrar volantines junto con sus hijos?
-Sí, como por ejemplo de qué forma saber para cuál es el lado indicado para encumbrarlos según el viento. Ahí les digo que tienen que agarrar una piedrita chica, amarrarla a algunas tiras de papel y dejarla caer. Dependiendo del movimiento del papel es para dónde se tienen que comenzar a elevar. Si bien uno puede hacerlo a cualquier hora, yo creo que lo mejor es hacerlo entre las dos y las siete de la tarde, porque ahí es donde el viento logra estabilizarse.
"La mejor hora para encumbrarlos va desde las dos a las siete de la tarde", dice este experto.
Este trofeo se lo ganó su padre en 1968.