Melodías que aún conquistan a los niños

Juan Lizana lleva 46 años acompañado de su organillo

En su carrito destacan remolinos, sapitos y aviones hechos con sus propias manos, que vende a los menores.  

Fecha de publicación

2013-09-02

Escrito por


Makarena Zapata R. 


Los primeros recuerdos que Juan Lizana tiene del trabajo de su papá se remontan a unas salidas que hacían en patota al centro de Santiago. En aquel entonces él tenía siete años y el paseo consistía en recolectar las monedas de los transeúntes mientras su progenitor cargaba sobre la espalda un organillo al que debía girarle una rústica manivela para reproducir melodías.
"Crecí viendo a mi padre trabajando como organillero porque antes esos aparatos no eran como los que la gente conoce hoy. Era algo bien sacrificado porque se debían cargar durante horas sin ninguna otra opción de transporte. Fue gracias a él fue que me encanté y nació todo mi cariño hacia la imagen del organillero, algo así como el amor a la música y a la interacción que podía surgir con la gente gracias a una melodía", revela Lizana, de 58 años.
Por lo mismo, en cuanto se casó y tuvo que buscar alguna actividad para mantener a su familia, no lo pensó dos veces. Arrendó un organillo y diseñó su propio mapa musical con el que recorría cuatro días a la semana los sectores de Franklin, San Diego y los cerros Santa Lucía y San Cristóbal. Siempre, preocupado de lucir un impecable sombrero de media ala, camisa colorida, chaleco de terno y pantalón negro. "La pinta que uno se pone marca la diferencia totalmente. En mi caso, tuve que arrendar mi instrumento por 25 años y en ese tiempo pagaba diez mil pesos semanales por tenerlo, hasta que pude ahorrar y comprar uno propio que se adapta a un carrito y es con el que todavía trabajo", comenta.
-Si la temporada fuerte de los organilleros es durante septiembre ¿qué hace el resto del año?
-Me la paso de evento en evento, como por ejemplo cumpleaños, bautizos, matrimonios, colegios y lo que sea (Teléfonos 8-6105039 y 25436966). No voy a contar cuánto gano, pero basta con decir que he podido mantener a mi familia decentemente durante los 45 años que llevo trabajando.
-¿Cómo lo hace para seguir conquistando a los niños con tanto smartphone, Play Station y tablet dando vuelta?
-Para mí ese no es problema. De hecho, lo encuentro hasta más emocionante porque uno debe ingeniárselas para atraer a los niños. Por eso es que al carrito que tiene mi organillo le puse figuritas de monitos de la televisión y una ninfa, que es un pajarito que se llama María porque ya no dejan tener loros. Los niños entran por ahí, me preguntan cosas y me conversan mientras yo les cuento historias. Ahí se entusiasman y me compran algo.
-¿Cree que sus hijos van a heredar el oficio ?
-A mis hijos y nietos los sacaba conmigo igual como mi papá lo hacía conmigo. A él le resultó, pero a mí no. Mis hijos ya son grandes y se dedican a hacer otras cosas. Esa es una de las grandes deudas que siento y espero que asuman nuevas generaciones porque de los 40 organilleros inscritos en la Corporación de Organilleros de Chile hace unos años, hoy quedan solo 20.
 


"Todavía la gente se encanta con esta música", dice Lizana.

"Todavía la gente se encanta con esta música", dice Lizana.

"Yo adapté mi organillo en un carrito para poder moverme fácilmente ", explica.

"Yo adapté mi organillo en un carrito para poder moverme fácilmente ", explica.

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